ENTREVISTA A FRANK T:
Le avalan seis discos en solitario, uno más con CPV (El Club de los Poetas Violentos), dos maquetas y más de 25 colaboraciones con diversos grupos y colectivos de hip hop, además de haber sido columnista en el periódico 20Minutos, locutor en el conocido programa de Radio3, El Rimadero, y actual director del espacio La Cuarta Parte, en la misma cadena. Si el rap tiene un padrino en nuestro país ese es el emcee y productor musical Franklin Tshimini Nsombolay, más conocido como Frank-T.
Con tu música has conseguido llevar muy lejos el nombre de Torrejón de Ardoz, la ciudad que te ha visto crecer desde que tenías dos años. Sin embargo, ahora se puede decir que eres vecino de Alcalá de Henares ¿por qué esta ciudad para vivir?
Fue por cuestiones de espacio. Al nacer mi hijo necesitábamos una habitación más y fue aquí donde encontramos una casa con las características que buscábamos y cerca de Torrejón.
¿Cómo y por qué inició vuestra familia la vida en Torrejón?
Todo comenzó por casualidad. Mi padre tenía intención de ir a EE UU y le denegaron el visado. Posteriormente encontró trabajo en la base americana y nos quedamos aquí. No fue un plan premeditado. El origen del porqué íbamos a USA comenzó en el Congo, que por aquel entonces era conocido como el Zaire. Allí mi padre trabajó colaborando en el histórico combate de entre Mohamed Alí y George Foreman, dentro de toda la parafernalia que organizó el dictador Mobutu. Trajeron a artistas de renombre para engalanar el país: James Brown, Jackson Five, Otis Reding... Por aquel entonces mi padre era traductor, ya que hablaba muy bien inglés y francés, aparte de los idiomas locales. Por este motivo, tras el combate, le comentaron que si iba a EE UU conseguiría fácilmente un trabajo y fue, precisamente, intentando ir a los Estados Unidos como acabamos en Torrejón. Para mi es gratificante poder decir que estuve en aquel combate histórico, con tan sólo algunos meses de edad. Es una fecha histórica dentro del deporte.
¿En qué momento el rap sembró su semilla en ti?
Siempre se dice que el rap entró en España por Torrejón y su base americana. Y, de hecho, este factor fue fundamental. Pero la clave en realidad fue que en Torrejón estábamos a la última, musicalmente hablando. Si Madonna publicaba un disco, ese mismo día estaba en la base. Además, en la ciudad teníamos –gracias a la base- programas de radio y discotecas donde se pinchaba la mejor música del momento. Por otro lado, he de reconocer que yo tuve un plus, toda la herencia musical de mi padre, que trajo muchísimos discos del Zaire. He crecido con música siempre. Mientras que los niños de mi alrededor crecían escuchando Regaliz y Los Pecos –que yo también escuchaba en la televisión- yo tarareaba con 6 ó 7 años a los Jackson Five, Earth, Wind and Fire, Stevie Wonder o Kool & The Gang. Posteriormente, con la evolución de la música y la entrada del Urban y el Electro, comencé a elegir por mí mismo. Al principio, recuerdo que en Torrejón todo el mundo se puso a bailar break… y yo también. En esta época tenía 11 ó 12 años. Lo intenté pero se me daba bastante mal y me atraían más los sonidos y los ritmos que el movimiento. Esto permitió que, cuando se pasó la moda, yo me enganchara a la música. De hecho se puede decir que me aferré al movimiento casi desde el inicio de su historia. Hablamos del año 1984, más o menos, y en España aterrizaba el hip hop muy tímidamente y con mucha intermitencia. Sin embargo, lo mismo sucedía en EE UU y prueba de ello es que el primer disco de rap se grabó tan sólo cinco años antes (el sencillo Rapper's delight del pionero grupo The Sugarhill Gang), en 1979. Poco a poco, me dí cuenta de que tenía más que ver con Run DMC que con Duran Duran (que era lo que ponían en la radio).
¿Cómo fue la época del famoso “Stones” de Torrejón?
Sobre Stones hay mucha parte de mito. Actualmente, soy de los pocos b-boys en activo –o el único- que vivió la edad de oro de Stones. Sencillamente era el garito que había en aquel momento en Torrejón para que los afroamericanos pudieran ir a escuchar su música. Recuerdo que primero íbamos al Kingston, que era para tomarte unas copas antes de ir a la discoteca. Y después todo el mundo iba a Stones. El Kingston estaba en el Parque Cataluña y el Stones se ubicaba en un polígono también muy cerca de este barrio. Al principio, en 1987, yo iba a la sesión de por la tarde. Aquello era increíble. Escuchabas canciones que nunca antes habías oído en ningún sitio. Stones comenzó en la época disco y por este motivo nunca cambió su cartel en el que ponía Funky Disco. Por situarnos, todo esto sucedió en la gran explosión del break En aquellos momentos no llamábamos al rap, rap, o al hip hop, hip hop. No se mencionó casi nunca. Nos faltaba información. Para nosotros todo aquello era break.
¿Había más movimiento en Madrid, al margen de Torrejón?
Sí. En Torrejón estábamos a la última, pero no estábamos informados sobre la terminología. En Alcorcón y en Móstoles estaban mucho más documentados porque muchos de los b-boys de allí viajaban fuera y se informaban, ya que no lo tenían tan al alcance como nosotros. En 1987 la gente dejó de bailar break. En EE UU pasó algo parecido pero nunca se dejó de lado. Allí apareció la oleada de la Nueva Escuela de aquella época con artistas como Biz Markie o LL Cool J, lógicamente, todo esto también llegó a Stones. El Urban también llego al 28850 con la música de Alexander O’Neal o New Edition. Estos eran los artistas que venían a sustituir a Funkadelic, al propio George Clinton o a James Brown, con un sonido más electrónico. Lo curioso es que en Stones también se escuchaban temas de Run DMC o de los Beastie Boys y, para nosotros: todo era funky [risas]. De repente, lo que antes era break ahora era funky. Hubo mucha confusión durante un par de años y nadie aclaró que estaba pasando. Fue asombroso, las ropas, los bailes, los coros, los DJ’s… Era una pasada para un chaval con 14 ó 15 años. De hecho, comenzó un programa sobre Stones y esto facilitó el hecho de que la gente tuviera toda aquella música, ya que era posible darle al rec y poder obtener cada canción. Anteriormente, a no ser que conocieras al DJ, no las conseguías. Yo tenía la suerte de que mi madre trabajaba limpiando en casa de unos americanos de la base y me grababan música: The Fat Boys, Boogey Boys, Whoudini o el Grand Master Flash de esa época. Todo eso era funky para nuestro desconocimiento. Los conceptos de b-boy, hip hop y rap no vinieron de Torrejón, esa información la aportó gente de Madrid y de Móstoles que comenzaron a ir a Stones porque se enteraron de que estábamos a la última musicalmente.
¿Se conocía el movimiento torrejonero fuera de la región madrileña?
Se conocía y, de hecho, comenzó a llegar gente de toda España, ya que era la única discoteca de estas características, a excepción de las de Zaragoza y Rota, que también tenían sus propias bases americanas. El de Torrejón era un movimiento de b-boys muy grande pero sin información concreta, no obstante, fue una época muy buena, de 1986 a 1988. A partir de este último año comenzó a cambiar la cosa porque empezó a llegar mucha gente de fuera y arrancó el hip hop de verdad. En Torrejón teníamos la forma y desde fuera nos comenzó a venir el conocimiento. La gente de Vallecas y Móstoles tenían la información, y conocían bien todos los términos y sus definiciones. Y gracias a ellos comprendíamos todo lo que escuchábamos. El primer grupo que salió de Torrejón en aquélla época fue Blue Posse. Los americanos eran muy suyos y no se integraban mucho, excepto dos que sí que se mezclaban con nosotros. Yo solía ir a casa de uno de ellos, al que aún tengo mucho cariño. Él me grababa cosas nuevas como Ice T. Para mí aquello era flipante. En esa época comenzó de verdad el movimiento, a diferencia de la época del break que fue muy intermitente y muy dependiente de los medios de comunicación. Si en España el hip hop hubiera crecido de una manera más constante, estaríamos hablando de un movimiento parecido al de Francia. Allí llegó igual que aquí… lo que ocurrió es que allí se mantuvo en el tiempo. Aquí en el programa Tocata (TVE) se dejó de poner break… y el break se acabó. Quedamos algunos b-boys que continuamos yendo a Stones, estuvimos unos años con el rollo funky, hasta que salió el disco Madrid Hip Hop. Cuando comenzó el movimiento hip hop hubo mucha gente que no se pudo adaptar porque las cosas comenzaron a definirse y, a la par, a dividirse.
¿Qué supuso esa división?
Hubo una época entre 1991 y 1992, cuando aparecieron grupos como Cypress Hill, en la que el hip hop se hizo más agresivo y se comenzó a bailar a empujones. Esto a los Dj’s de Stones no les gustó. Había guerras entre los que querían Urban para bailar con las chicas y los que querían Jump Around de House of Pain para descargar adrenalina [risas]. Se separó un poco el movimiento. Comenzó el momento de otra nueva generación de b-boys, aquí en Torrejón empezó el tiempo de los VKR, etc… Aún así, la gente continuó yendo a Stones a escuchar una canción nueva cada fin de semana. Por ejemplo, la primera vez que escuché Fight the power (Public Enemy) fue allí, en Stones. Ahora todo es más sencillo hay tiendas y sobre todo existe internet. Otro factor que hacía grande a Stones fue su sonido, que era absolutamente brutal. Recuerdo que se oía desde el principio de la calle [risas].
Háblanos de tus primeros pasos serios con Top Productions:
Top Productions comenzó en 1989. Yo no rapeaba en castellano porque no lo tenía claro, no encontraba la fórmula para que sonara bien. Escuchaba a Vial Rap y a la gente del Rap’in Madrid y no me terminaba de gustar. Quería hacer otra cosa. Al rap español le faltaba algo. Por aquella época surgieron grupos nuevos como los Melo Maneis y ellos consiguieron un sonido aceptable utilizando el spanglish que, yo también utilicé posteriormente. Existía una búsqueda. Se trataba de conseguir un sonido español más actual, más de 1988 –que se pareciera un poco a Eric B & Rakim, por ejemplo- y mejorar lo que hacían grupos como DNI que estaban musicalmente en el año 1981. La fórmula para dejar de parecerse a Sugarhill Gang la encontró Paco King. La gente alucinó cuando formó Jungle Kings y participó en el Rap’in Madrid (1989). La cosa cambió definitivamente. Marcaron la pauta.
Y te incorporaste a esta nueva pauta.
Paco lo hacía parecido a Chuck D, sin embargo yo quería utilizar su fórmula pero dotándola de otras características y, además, dar mensaje. Entonces me arriesgué e hice un tema que se llamaba Kaos, un poco apocalíptico y metiendo más palabras en cada tempo. La canción fue una revolución en Torrejón. Hasta ese momento toda España miraba a Jungle Kings, sin embargo, en Torrejón comenzó la era Frank T [risas]. Nos convertimos en el grupo insignia del 28850. Esto animó a mucha gente, a Poison, a mis hermanos, etc… Empezó a haber más conciertos en Madrid, subió el nivel y aparecieron cientos de grupos nuevos. Ahí nació realmente el movimiento. También comenzó el pique y su leyenda. Nosotros siempre decimos de cachondeo que la competi la inventamos en Torrejón [risas]. En el resto de barrios aún se tenía el rollo de paz y unidad, sin embargo, nosotros ya estábamos con la competi.
¿Cómo fue aquel principio de la década de los 90?
El hip hop comenzó a desgastarse. Hasta 1991 todavía se podía grabar discos y dar conciertos. Sin embargo, de repente llegó el Acid House y las compañías discográficas ya no querían rap. No obstante, a diferencia de la época del break, ahora había más militancia y se mantuvo algo de hip hop, a pesar de que mucha gente lo dejó. Quedó el movimiento underground. De hecho, desde mi punto de vista aquel fue el momento más underground del hip hop español.
¿Es posible que en aquel momento se extendiera el hip hop por toda la geografía española?
Fue un poco después. Había movimiento, había fanzines y maketas pero faltaba algo de unión entre las ciudades. De hecho, yo hasta 1993 no sabía que había rap fuera de Madrid, salvo los cuatro artistas que participaron en los recopilatorios de finales de los 80 y principios de los 90. Stones todavía funcionaba pero ya había otras opciones. Era la época de Funkdoobiest y Onyx.
Ahora que tenemos cierta perspectiva, ¿qué supuso CPV?
El Club de los Poetas Violentos (CPV o El Club) comenzó de una manera muy curiosa. Yo comencé a trabajar con Nafri y con Jota. Mientras, Kami vivía en New York. En 1992 montaron un concurso y se presentó gente de Alcorcón y allí fue donde nos unimos con Swy, Paco y Zeta. Fue un amor a primera vista. Comenzamos a quedar todos juntos y a trabajar. Le mandamos una cinta a Kami a NYC para ver qué le parecía, y él se animó a venir a España a trabajar con nosotros. Yo simultaneaba mis trabajillos con DJ Manolo en Top Productions con lo que posteriormente sería El Club. En 1993 se celebró un concierto en Alicante que fue la clave. La jam la organizaron los graffiteros, que eran los únicos dentro del hip hop que mantenían relaciones a nivel nacional. Actuaron grupos de toda España como Nazión Sur, Ose, Demo, La Puta OPP, y mucha más gente que ahora son artistas rap reconocidos. Hubo grandes novedades en aquella fiesta como el retorno de Paco (que había dejado de rapear para renovarse). El concierto fue testigo de la primera vez que rapeé la conocida canción Desfase y de Nafri cantando en primicia El Psicópata. Fue una revolución. Ahí nació el nombre de El Club de los Poetas Violentos. Recuerdo que nos llevamos a muchos amigos de Madrid y la fuimos montando con el auténtico rollo Madrid. Dimos el cante en todos los sentidos, pero sobre todo en actitud y aspecto (íbamos rapados y vestidos de negro completamente). Aquel día comenzó CPV y el resto es otra historia que todos los b-boys ya conocen.
Han pasado algunos años desde aquello, ¿en qué punto se encuentra el rap actual en nuestro país?
El rap ya se ha establecido como música y, por lo tanto, ya no tiene que luchar por ello. Ha tenido tantos altibajos en nuestro país que, ahora mismo, se puede decir que ya es como el rock. Sin embargo, al igual que pasa con el rock, le llaman rap a cualquier cosa. Técnicamente, hay mucha gente en España que hace rap por definición, pero no se puede considerar dentro del movimiento hip hop. Ahora hay mucha variedad y esto es bueno, pero también es negativo porque se amplía demasiado la definición y todo se confunde, de hecho, hay mucha gente que hace rap pero está fuera del movimiento del hip hop. Esto también ha ocurrido en EE UU.
En cuanto a la variedad, ¿qué opinas de las nuevas tendencias en el rap?
Sobre la irrupción en el panorama del sonido dirty south, a mí me parece feísimo. Es un buen ejemplo de que en esta época hay de todo, pero yo prefiero un rap más elegante. No obstante, en España lo que más triunfa en rap sigue siendo el sonido de los 90. Por ejemplo, Violadores del Verso, que es el grupo de rap que más discos vende en nuestro país, no triunfarían ahora en EE UU.
Más allá de las letras de los emcees actuales, ¿qué opinión te merecen las nuevas hornadas de productores españoles y sus trabajos?
Creo que a nivel general, existe una involución en la producción. Ahora mismo en España, los que mejor producen instrumentales de rap siguen siendo los de antes: Griffi, Jota, Rayka, etc… Cada uno con sus materiales. Todos empezaron a trabajar con samplers y con una tecnología más analógica y manual, aunque se hayan adaptado posteriormente a las nuevas posibilidades. Al público no siempre le gustan las instrumentales de este tipo de productores porque a menudo no entienden el trabajo y la complejidad que hay detrás. A la gente le parecen raras. A mi mismo me ha pasado con el último disco (Sonrían por favor, 2006), a pesar de que hay más trabajo detrás que en cualquier maqueta de grupo novel.
¿Se compra rap en España o internet acapara todo el circuito?
Aunque estemos en tiempos de crisis, me gustaría alentar a la gente a que sigan comprando y apoyando a la música, básicamente para que pueda seguir avanzando el rap. Hay una serie de grupos que venimos de otra época que somos los que vendemos en España. El resto de formaciones, las nuevas, no entran en el mercado, aunque sean muy conocidas en el circuito. Un claro reflejo de esta situación son los festivales, que se siguen organizando en relación a lo que vende cada artista. Sólo pido que la gente compre, por lo menos, un disco. Sin embargo, lo bueno que ocurre en el rap es que la militancia implica a la gente y hace que compre. Por el contrario, fuera del movimiento la gente no gasta en rap. Esto afecta negativamente a los grupos nuevos.
Aparte de emcee y productor, otra de tus facetas más conocidas han sido las incursiones en el mundo del periodismo, ¿cómo fue aquella primera etapa radiofónica con Jota en El Rimadero?
La época en la que empecé a trabajar con Jota en Radio3 fue buena y mala para mí. La parte positiva fue que era un proyecto sobre hip hop muy interesante y ayudó muchísimo al crecimiento del rap en nuestro país, mediáticamente hablando. La parte negativa fue que, al estar vinculados con el sello más potente en aquella época y con los mejores grupos del momento, nos era un poco complicado –a la par que frustrante- el hecho de no poder incluir a algunos grupos que estaban empezando. Era una lucha constante porque todo el mundo quería sonar y no había hueco. La gente vinculó esta actitud a que sólo poníamos música de una discográfica en concreto. Esto me frustró mucho y lo tuve que dejar. No encontré la fórmula de contentar a todo el mundo, me sentí presionado y lo dejé.
¿Por qué también se terminó la etapa como colaborador en 20Minutos?
La época de columnista en el periódico gratuito 20Minutos estuvo bien, pero no siempre quedaba satisfecho con mi trabajo. Me limitaban mucho los parámetros de la propia rima. Me hubiera gustado ser columnista, pero sin necesidad de rimar el contenido. Era complicado porque tenía que elaborar el producto final de tal manera que la gente lo entendiera, y por ello las rimas debían ser simples y fáciles. Para más inri tenía que preparar una columna por semana, lo que suponía casi escribir una canción cada siete días. No pude sacar todo el tiempo que necesitaba para continuar.
Háblanos de La Cuarta Parte.
La Cuarta Parte fue la fórmula adecuada para quitarme la espina que tenía clavada por mi paso anterior como locutor de radio en El Rimadero. Cuando comenzó a emitirse el programa, en 2004, el movimiento ya había cambiado completamente. La gente seguía necesitando sonar pero ya no había –ni hay- tanta presión. Me lo planteé de otra manera, abrí el espectro musical y, aparte de rap, comencé a pinchar mucha música negra, sobre todo funky y soul. Se puede decir que Jota cubre una manera de entender el rap y yo otra distinta. Nos complementamos. El programa ha servido para que mucha gente del mundo del hip hop entienda que el rap procede del soul y del funky, y que muchos grandes hits del rap proceden a su vez de grandes éxitos de artistas de la música negra (La Cuarta Parte se emite en Radio3 los sábados de 1.00 a 2.00 horas de la madrugada).
Cambiando de tercio, ¿cómo ves a la sociedad española actual? ¿Hay más racismo ahora que cuando empezaste en el rap?
Antes y ahora había y hay desconocimiento, pero por distintos motivos. Ahora mucha gente no tiene más remedio que guardarse sus prejuicios porque al lado puede haber un rumano, un polaco, un magrebí o un subsahariano. Antes no se callaban y además hacía gracia. Existía el prejuicio por desconocimiento. Ahora ese desconocimiento se basa en no aceptar las circunstancias de los inmigrantes. España es un país que vive el racismo con la boca cerrada. Por otro lado, tampoco se debe confundir racismo con xenofobia. De hecho, se rechaza a inmigrantes del Este de Europa que pueden ser más arios que cualquier español, lo que demuestra que hay muchos prejuicios xenófobos, más que racismo. Por ejemplo, si eres negro pero haces las cosas como los españoles cambia la cosa. Delante de mí han hablado mal de los inmigrantes, olvidando que yo también soy inmigrante. El español no es un racismo como el de EE UU, allí la gente sí es racista de verdad.
¿Era más fácil ser inmigrante antes que ahora?
En los años 70, cuando llegué a España, no había problemas mientras estuviera en mi burbuja, en Torrejón. Pero cuando salía fuera, la cosa cambiaba a peor. Ahora, sin embargo, me siento más a gusto en cualquier zona de España. Un ejemplo de lo que ocurría hace 20 ó 30 años es lo que me sucedió con 12 años. Fui 15 días de vacaciones a un pueblo de Murcia, pero tan sólo aguanté cinco. Allí nunca habían visto un negro. Sin embargo, ya en el año 1992, entré en una fábrica a trabajar en Daganzo y la cosa fue distinta. Al principio hubo alguna controversia, ya que el único hombre negro que habían visto era Eddie Murphy en la televisión [risas]. Sin embargo, posteriormente cuando me conocieron me aceptaron y allí siempre se me trató genial.
¿Qué podemos esperar de Frank-T próximamente?
Ahora mismo estoy muy volcado en los proyectos de Shogún XL y Artes, que saldrán pronto, en octubre o noviembre. Y también estoy trabajando en el disco de Guerra. Una vez que salgan publicados estos trabajos me centraré en mi nuevo disco, que se está cociendo a fuego lento.
Por: Tomás Muñoz AKA Direktor.
Con tu música has conseguido llevar muy lejos el nombre de Torrejón de Ardoz, la ciudad que te ha visto crecer desde que tenías dos años. Sin embargo, ahora se puede decir que eres vecino de Alcalá de Henares ¿por qué esta ciudad para vivir?
Fue por cuestiones de espacio. Al nacer mi hijo necesitábamos una habitación más y fue aquí donde encontramos una casa con las características que buscábamos y cerca de Torrejón.
¿Cómo y por qué inició vuestra familia la vida en Torrejón?
Todo comenzó por casualidad. Mi padre tenía intención de ir a EE UU y le denegaron el visado. Posteriormente encontró trabajo en la base americana y nos quedamos aquí. No fue un plan premeditado. El origen del porqué íbamos a USA comenzó en el Congo, que por aquel entonces era conocido como el Zaire. Allí mi padre trabajó colaborando en el histórico combate de entre Mohamed Alí y George Foreman, dentro de toda la parafernalia que organizó el dictador Mobutu. Trajeron a artistas de renombre para engalanar el país: James Brown, Jackson Five, Otis Reding... Por aquel entonces mi padre era traductor, ya que hablaba muy bien inglés y francés, aparte de los idiomas locales. Por este motivo, tras el combate, le comentaron que si iba a EE UU conseguiría fácilmente un trabajo y fue, precisamente, intentando ir a los Estados Unidos como acabamos en Torrejón. Para mi es gratificante poder decir que estuve en aquel combate histórico, con tan sólo algunos meses de edad. Es una fecha histórica dentro del deporte.
¿En qué momento el rap sembró su semilla en ti?
Siempre se dice que el rap entró en España por Torrejón y su base americana. Y, de hecho, este factor fue fundamental. Pero la clave en realidad fue que en Torrejón estábamos a la última, musicalmente hablando. Si Madonna publicaba un disco, ese mismo día estaba en la base. Además, en la ciudad teníamos –gracias a la base- programas de radio y discotecas donde se pinchaba la mejor música del momento. Por otro lado, he de reconocer que yo tuve un plus, toda la herencia musical de mi padre, que trajo muchísimos discos del Zaire. He crecido con música siempre. Mientras que los niños de mi alrededor crecían escuchando Regaliz y Los Pecos –que yo también escuchaba en la televisión- yo tarareaba con 6 ó 7 años a los Jackson Five, Earth, Wind and Fire, Stevie Wonder o Kool & The Gang. Posteriormente, con la evolución de la música y la entrada del Urban y el Electro, comencé a elegir por mí mismo. Al principio, recuerdo que en Torrejón todo el mundo se puso a bailar break… y yo también. En esta época tenía 11 ó 12 años. Lo intenté pero se me daba bastante mal y me atraían más los sonidos y los ritmos que el movimiento. Esto permitió que, cuando se pasó la moda, yo me enganchara a la música. De hecho se puede decir que me aferré al movimiento casi desde el inicio de su historia. Hablamos del año 1984, más o menos, y en España aterrizaba el hip hop muy tímidamente y con mucha intermitencia. Sin embargo, lo mismo sucedía en EE UU y prueba de ello es que el primer disco de rap se grabó tan sólo cinco años antes (el sencillo Rapper's delight del pionero grupo The Sugarhill Gang), en 1979. Poco a poco, me dí cuenta de que tenía más que ver con Run DMC que con Duran Duran (que era lo que ponían en la radio).
¿Cómo fue la época del famoso “Stones” de Torrejón?
Sobre Stones hay mucha parte de mito. Actualmente, soy de los pocos b-boys en activo –o el único- que vivió la edad de oro de Stones. Sencillamente era el garito que había en aquel momento en Torrejón para que los afroamericanos pudieran ir a escuchar su música. Recuerdo que primero íbamos al Kingston, que era para tomarte unas copas antes de ir a la discoteca. Y después todo el mundo iba a Stones. El Kingston estaba en el Parque Cataluña y el Stones se ubicaba en un polígono también muy cerca de este barrio. Al principio, en 1987, yo iba a la sesión de por la tarde. Aquello era increíble. Escuchabas canciones que nunca antes habías oído en ningún sitio. Stones comenzó en la época disco y por este motivo nunca cambió su cartel en el que ponía Funky Disco. Por situarnos, todo esto sucedió en la gran explosión del break En aquellos momentos no llamábamos al rap, rap, o al hip hop, hip hop. No se mencionó casi nunca. Nos faltaba información. Para nosotros todo aquello era break.
¿Había más movimiento en Madrid, al margen de Torrejón?
Sí. En Torrejón estábamos a la última, pero no estábamos informados sobre la terminología. En Alcorcón y en Móstoles estaban mucho más documentados porque muchos de los b-boys de allí viajaban fuera y se informaban, ya que no lo tenían tan al alcance como nosotros. En 1987 la gente dejó de bailar break. En EE UU pasó algo parecido pero nunca se dejó de lado. Allí apareció la oleada de la Nueva Escuela de aquella época con artistas como Biz Markie o LL Cool J, lógicamente, todo esto también llegó a Stones. El Urban también llego al 28850 con la música de Alexander O’Neal o New Edition. Estos eran los artistas que venían a sustituir a Funkadelic, al propio George Clinton o a James Brown, con un sonido más electrónico. Lo curioso es que en Stones también se escuchaban temas de Run DMC o de los Beastie Boys y, para nosotros: todo era funky [risas]. De repente, lo que antes era break ahora era funky. Hubo mucha confusión durante un par de años y nadie aclaró que estaba pasando. Fue asombroso, las ropas, los bailes, los coros, los DJ’s… Era una pasada para un chaval con 14 ó 15 años. De hecho, comenzó un programa sobre Stones y esto facilitó el hecho de que la gente tuviera toda aquella música, ya que era posible darle al rec y poder obtener cada canción. Anteriormente, a no ser que conocieras al DJ, no las conseguías. Yo tenía la suerte de que mi madre trabajaba limpiando en casa de unos americanos de la base y me grababan música: The Fat Boys, Boogey Boys, Whoudini o el Grand Master Flash de esa época. Todo eso era funky para nuestro desconocimiento. Los conceptos de b-boy, hip hop y rap no vinieron de Torrejón, esa información la aportó gente de Madrid y de Móstoles que comenzaron a ir a Stones porque se enteraron de que estábamos a la última musicalmente.
¿Se conocía el movimiento torrejonero fuera de la región madrileña?
Se conocía y, de hecho, comenzó a llegar gente de toda España, ya que era la única discoteca de estas características, a excepción de las de Zaragoza y Rota, que también tenían sus propias bases americanas. El de Torrejón era un movimiento de b-boys muy grande pero sin información concreta, no obstante, fue una época muy buena, de 1986 a 1988. A partir de este último año comenzó a cambiar la cosa porque empezó a llegar mucha gente de fuera y arrancó el hip hop de verdad. En Torrejón teníamos la forma y desde fuera nos comenzó a venir el conocimiento. La gente de Vallecas y Móstoles tenían la información, y conocían bien todos los términos y sus definiciones. Y gracias a ellos comprendíamos todo lo que escuchábamos. El primer grupo que salió de Torrejón en aquélla época fue Blue Posse. Los americanos eran muy suyos y no se integraban mucho, excepto dos que sí que se mezclaban con nosotros. Yo solía ir a casa de uno de ellos, al que aún tengo mucho cariño. Él me grababa cosas nuevas como Ice T. Para mí aquello era flipante. En esa época comenzó de verdad el movimiento, a diferencia de la época del break que fue muy intermitente y muy dependiente de los medios de comunicación. Si en España el hip hop hubiera crecido de una manera más constante, estaríamos hablando de un movimiento parecido al de Francia. Allí llegó igual que aquí… lo que ocurrió es que allí se mantuvo en el tiempo. Aquí en el programa Tocata (TVE) se dejó de poner break… y el break se acabó. Quedamos algunos b-boys que continuamos yendo a Stones, estuvimos unos años con el rollo funky, hasta que salió el disco Madrid Hip Hop. Cuando comenzó el movimiento hip hop hubo mucha gente que no se pudo adaptar porque las cosas comenzaron a definirse y, a la par, a dividirse.
¿Qué supuso esa división?
Hubo una época entre 1991 y 1992, cuando aparecieron grupos como Cypress Hill, en la que el hip hop se hizo más agresivo y se comenzó a bailar a empujones. Esto a los Dj’s de Stones no les gustó. Había guerras entre los que querían Urban para bailar con las chicas y los que querían Jump Around de House of Pain para descargar adrenalina [risas]. Se separó un poco el movimiento. Comenzó el momento de otra nueva generación de b-boys, aquí en Torrejón empezó el tiempo de los VKR, etc… Aún así, la gente continuó yendo a Stones a escuchar una canción nueva cada fin de semana. Por ejemplo, la primera vez que escuché Fight the power (Public Enemy) fue allí, en Stones. Ahora todo es más sencillo hay tiendas y sobre todo existe internet. Otro factor que hacía grande a Stones fue su sonido, que era absolutamente brutal. Recuerdo que se oía desde el principio de la calle [risas].
Háblanos de tus primeros pasos serios con Top Productions:
Top Productions comenzó en 1989. Yo no rapeaba en castellano porque no lo tenía claro, no encontraba la fórmula para que sonara bien. Escuchaba a Vial Rap y a la gente del Rap’in Madrid y no me terminaba de gustar. Quería hacer otra cosa. Al rap español le faltaba algo. Por aquella época surgieron grupos nuevos como los Melo Maneis y ellos consiguieron un sonido aceptable utilizando el spanglish que, yo también utilicé posteriormente. Existía una búsqueda. Se trataba de conseguir un sonido español más actual, más de 1988 –que se pareciera un poco a Eric B & Rakim, por ejemplo- y mejorar lo que hacían grupos como DNI que estaban musicalmente en el año 1981. La fórmula para dejar de parecerse a Sugarhill Gang la encontró Paco King. La gente alucinó cuando formó Jungle Kings y participó en el Rap’in Madrid (1989). La cosa cambió definitivamente. Marcaron la pauta.
Y te incorporaste a esta nueva pauta.
Paco lo hacía parecido a Chuck D, sin embargo yo quería utilizar su fórmula pero dotándola de otras características y, además, dar mensaje. Entonces me arriesgué e hice un tema que se llamaba Kaos, un poco apocalíptico y metiendo más palabras en cada tempo. La canción fue una revolución en Torrejón. Hasta ese momento toda España miraba a Jungle Kings, sin embargo, en Torrejón comenzó la era Frank T [risas]. Nos convertimos en el grupo insignia del 28850. Esto animó a mucha gente, a Poison, a mis hermanos, etc… Empezó a haber más conciertos en Madrid, subió el nivel y aparecieron cientos de grupos nuevos. Ahí nació realmente el movimiento. También comenzó el pique y su leyenda. Nosotros siempre decimos de cachondeo que la competi la inventamos en Torrejón [risas]. En el resto de barrios aún se tenía el rollo de paz y unidad, sin embargo, nosotros ya estábamos con la competi.
¿Cómo fue aquel principio de la década de los 90?
El hip hop comenzó a desgastarse. Hasta 1991 todavía se podía grabar discos y dar conciertos. Sin embargo, de repente llegó el Acid House y las compañías discográficas ya no querían rap. No obstante, a diferencia de la época del break, ahora había más militancia y se mantuvo algo de hip hop, a pesar de que mucha gente lo dejó. Quedó el movimiento underground. De hecho, desde mi punto de vista aquel fue el momento más underground del hip hop español.
¿Es posible que en aquel momento se extendiera el hip hop por toda la geografía española?
Fue un poco después. Había movimiento, había fanzines y maketas pero faltaba algo de unión entre las ciudades. De hecho, yo hasta 1993 no sabía que había rap fuera de Madrid, salvo los cuatro artistas que participaron en los recopilatorios de finales de los 80 y principios de los 90. Stones todavía funcionaba pero ya había otras opciones. Era la época de Funkdoobiest y Onyx.
Ahora que tenemos cierta perspectiva, ¿qué supuso CPV?
El Club de los Poetas Violentos (CPV o El Club) comenzó de una manera muy curiosa. Yo comencé a trabajar con Nafri y con Jota. Mientras, Kami vivía en New York. En 1992 montaron un concurso y se presentó gente de Alcorcón y allí fue donde nos unimos con Swy, Paco y Zeta. Fue un amor a primera vista. Comenzamos a quedar todos juntos y a trabajar. Le mandamos una cinta a Kami a NYC para ver qué le parecía, y él se animó a venir a España a trabajar con nosotros. Yo simultaneaba mis trabajillos con DJ Manolo en Top Productions con lo que posteriormente sería El Club. En 1993 se celebró un concierto en Alicante que fue la clave. La jam la organizaron los graffiteros, que eran los únicos dentro del hip hop que mantenían relaciones a nivel nacional. Actuaron grupos de toda España como Nazión Sur, Ose, Demo, La Puta OPP, y mucha más gente que ahora son artistas rap reconocidos. Hubo grandes novedades en aquella fiesta como el retorno de Paco (que había dejado de rapear para renovarse). El concierto fue testigo de la primera vez que rapeé la conocida canción Desfase y de Nafri cantando en primicia El Psicópata. Fue una revolución. Ahí nació el nombre de El Club de los Poetas Violentos. Recuerdo que nos llevamos a muchos amigos de Madrid y la fuimos montando con el auténtico rollo Madrid. Dimos el cante en todos los sentidos, pero sobre todo en actitud y aspecto (íbamos rapados y vestidos de negro completamente). Aquel día comenzó CPV y el resto es otra historia que todos los b-boys ya conocen.
Han pasado algunos años desde aquello, ¿en qué punto se encuentra el rap actual en nuestro país?
El rap ya se ha establecido como música y, por lo tanto, ya no tiene que luchar por ello. Ha tenido tantos altibajos en nuestro país que, ahora mismo, se puede decir que ya es como el rock. Sin embargo, al igual que pasa con el rock, le llaman rap a cualquier cosa. Técnicamente, hay mucha gente en España que hace rap por definición, pero no se puede considerar dentro del movimiento hip hop. Ahora hay mucha variedad y esto es bueno, pero también es negativo porque se amplía demasiado la definición y todo se confunde, de hecho, hay mucha gente que hace rap pero está fuera del movimiento del hip hop. Esto también ha ocurrido en EE UU.
En cuanto a la variedad, ¿qué opinas de las nuevas tendencias en el rap?
Sobre la irrupción en el panorama del sonido dirty south, a mí me parece feísimo. Es un buen ejemplo de que en esta época hay de todo, pero yo prefiero un rap más elegante. No obstante, en España lo que más triunfa en rap sigue siendo el sonido de los 90. Por ejemplo, Violadores del Verso, que es el grupo de rap que más discos vende en nuestro país, no triunfarían ahora en EE UU.
Más allá de las letras de los emcees actuales, ¿qué opinión te merecen las nuevas hornadas de productores españoles y sus trabajos?
Creo que a nivel general, existe una involución en la producción. Ahora mismo en España, los que mejor producen instrumentales de rap siguen siendo los de antes: Griffi, Jota, Rayka, etc… Cada uno con sus materiales. Todos empezaron a trabajar con samplers y con una tecnología más analógica y manual, aunque se hayan adaptado posteriormente a las nuevas posibilidades. Al público no siempre le gustan las instrumentales de este tipo de productores porque a menudo no entienden el trabajo y la complejidad que hay detrás. A la gente le parecen raras. A mi mismo me ha pasado con el último disco (Sonrían por favor, 2006), a pesar de que hay más trabajo detrás que en cualquier maqueta de grupo novel.
¿Se compra rap en España o internet acapara todo el circuito?
Aunque estemos en tiempos de crisis, me gustaría alentar a la gente a que sigan comprando y apoyando a la música, básicamente para que pueda seguir avanzando el rap. Hay una serie de grupos que venimos de otra época que somos los que vendemos en España. El resto de formaciones, las nuevas, no entran en el mercado, aunque sean muy conocidas en el circuito. Un claro reflejo de esta situación son los festivales, que se siguen organizando en relación a lo que vende cada artista. Sólo pido que la gente compre, por lo menos, un disco. Sin embargo, lo bueno que ocurre en el rap es que la militancia implica a la gente y hace que compre. Por el contrario, fuera del movimiento la gente no gasta en rap. Esto afecta negativamente a los grupos nuevos.
Aparte de emcee y productor, otra de tus facetas más conocidas han sido las incursiones en el mundo del periodismo, ¿cómo fue aquella primera etapa radiofónica con Jota en El Rimadero?
La época en la que empecé a trabajar con Jota en Radio3 fue buena y mala para mí. La parte positiva fue que era un proyecto sobre hip hop muy interesante y ayudó muchísimo al crecimiento del rap en nuestro país, mediáticamente hablando. La parte negativa fue que, al estar vinculados con el sello más potente en aquella época y con los mejores grupos del momento, nos era un poco complicado –a la par que frustrante- el hecho de no poder incluir a algunos grupos que estaban empezando. Era una lucha constante porque todo el mundo quería sonar y no había hueco. La gente vinculó esta actitud a que sólo poníamos música de una discográfica en concreto. Esto me frustró mucho y lo tuve que dejar. No encontré la fórmula de contentar a todo el mundo, me sentí presionado y lo dejé.
¿Por qué también se terminó la etapa como colaborador en 20Minutos?
La época de columnista en el periódico gratuito 20Minutos estuvo bien, pero no siempre quedaba satisfecho con mi trabajo. Me limitaban mucho los parámetros de la propia rima. Me hubiera gustado ser columnista, pero sin necesidad de rimar el contenido. Era complicado porque tenía que elaborar el producto final de tal manera que la gente lo entendiera, y por ello las rimas debían ser simples y fáciles. Para más inri tenía que preparar una columna por semana, lo que suponía casi escribir una canción cada siete días. No pude sacar todo el tiempo que necesitaba para continuar.
Háblanos de La Cuarta Parte.
La Cuarta Parte fue la fórmula adecuada para quitarme la espina que tenía clavada por mi paso anterior como locutor de radio en El Rimadero. Cuando comenzó a emitirse el programa, en 2004, el movimiento ya había cambiado completamente. La gente seguía necesitando sonar pero ya no había –ni hay- tanta presión. Me lo planteé de otra manera, abrí el espectro musical y, aparte de rap, comencé a pinchar mucha música negra, sobre todo funky y soul. Se puede decir que Jota cubre una manera de entender el rap y yo otra distinta. Nos complementamos. El programa ha servido para que mucha gente del mundo del hip hop entienda que el rap procede del soul y del funky, y que muchos grandes hits del rap proceden a su vez de grandes éxitos de artistas de la música negra (La Cuarta Parte se emite en Radio3 los sábados de 1.00 a 2.00 horas de la madrugada).
Cambiando de tercio, ¿cómo ves a la sociedad española actual? ¿Hay más racismo ahora que cuando empezaste en el rap?
Antes y ahora había y hay desconocimiento, pero por distintos motivos. Ahora mucha gente no tiene más remedio que guardarse sus prejuicios porque al lado puede haber un rumano, un polaco, un magrebí o un subsahariano. Antes no se callaban y además hacía gracia. Existía el prejuicio por desconocimiento. Ahora ese desconocimiento se basa en no aceptar las circunstancias de los inmigrantes. España es un país que vive el racismo con la boca cerrada. Por otro lado, tampoco se debe confundir racismo con xenofobia. De hecho, se rechaza a inmigrantes del Este de Europa que pueden ser más arios que cualquier español, lo que demuestra que hay muchos prejuicios xenófobos, más que racismo. Por ejemplo, si eres negro pero haces las cosas como los españoles cambia la cosa. Delante de mí han hablado mal de los inmigrantes, olvidando que yo también soy inmigrante. El español no es un racismo como el de EE UU, allí la gente sí es racista de verdad.
¿Era más fácil ser inmigrante antes que ahora?
En los años 70, cuando llegué a España, no había problemas mientras estuviera en mi burbuja, en Torrejón. Pero cuando salía fuera, la cosa cambiaba a peor. Ahora, sin embargo, me siento más a gusto en cualquier zona de España. Un ejemplo de lo que ocurría hace 20 ó 30 años es lo que me sucedió con 12 años. Fui 15 días de vacaciones a un pueblo de Murcia, pero tan sólo aguanté cinco. Allí nunca habían visto un negro. Sin embargo, ya en el año 1992, entré en una fábrica a trabajar en Daganzo y la cosa fue distinta. Al principio hubo alguna controversia, ya que el único hombre negro que habían visto era Eddie Murphy en la televisión [risas]. Sin embargo, posteriormente cuando me conocieron me aceptaron y allí siempre se me trató genial.
¿Qué podemos esperar de Frank-T próximamente?
Ahora mismo estoy muy volcado en los proyectos de Shogún XL y Artes, que saldrán pronto, en octubre o noviembre. Y también estoy trabajando en el disco de Guerra. Una vez que salgan publicados estos trabajos me centraré en mi nuevo disco, que se está cociendo a fuego lento.
Por: Tomás Muñoz AKA Direktor.